La Leishmania o Leishmaniosis canina es una enfermedad parasitaria grave producida por el protozoo Leishmania infantum y que se transmite a través de la picadura de un flebotomo.
El ciclo biológico de este parásito tiene lugar en dos tipos de hospedadores, uno vertebrado (cánidos) y otro invertebrado (flebotomo -mosquito).
La Leishmaniosis es una zoonosis, es decir, es una enfermedad que puede transmitirse a las personas, pero para que ello ocurra deben ser picadas por un flebotomo infectado. No se produce contagio directo desde el perro.
La tasa más alta de prevalencia de Leishmaniosis de toda España se da en Andalucía, siendo en esta región del 5-34%, debida en gran medida a las altas temperaturas y a la humedad que favorecen la presencia de flebotomos.
Los principales signos clínicos de la Leishmania son los siguientes:
- Lesiones en piel – signo clínico más observado. Son generalmente simétricas, crónicas y sin picor.
- Pérdida de peso o pérdida de apetito a medida que la leishmaniosis avanza y, por tanto, también disminuye la actividad física.
- Linfadenopatía local o generalizada (inflamación de los ganglios linfáticos)
- Lesiones oculares, variables. La inflamación de los párpados es consecuencia de la dermatitis en la cara.
- Epistaxis (sangrado nasal)
- Cojeras
- Anemia
- Fallo renal
- Diarrea

No obstante, estos signos clínicos no pueden determinar la presencia del parásito por si mismos. Hay que utilizar otros métodos para diagnosticar la enfermedad como tests de diagnóstico rápido que se basan en la detección en sangre de anticuerpos frente a las leishmanias. Éstos se realizan en pocos minutos en la misma consulta veterinaria. Sin embargo, aunque son pruebas muy fiables, algunas veces pueden dar lo que se conoce como falsos negativos: prueba negativa en un perro que realmente esté infectado pero que no ha producido anticuerpos. Otros pruebas diagnósticas requerirán de la toma de muestras de médula ósea o del ganglio linfático para poder visualizar el parásito.
Los tratamientos como IMPROMUNE no eliminan el parásito pero si mejoran los signos clínicos. Así que lo mejor que podemos hacer por nuestra mascota y por nosotros es prevenir.
El uso de repelentes y de mosquiteras o bien el de antiparasitarios, ya sean collares o pipetas, específicos para evitar la picadura del flebotomo son la mejor opción para proteger a nuestros perros y a nosotros mismos.
Es recomendable realizar un control anual para detectar de forma temprana el posible contagio, establecer el tratamiento para el control de los síntomas y así reducir el riesgo de muerte.
Hay que recordar que la Orden sobre los tratamientos obligatorios en animales de compañía obliga a declarar la enfermedad y obliga a poner al perro en tratamiento o sacrificarlo.
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